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tourette

boom

El cielo está oscurecido como si todavía no hubiera acabado de amanecer, cubierto por nubes de color de plomo.

Hace frío en la parada. Meto las manos en los bolsillos, doy una calada honda al cigarro y expiro una bocanada de humo y vapor.

A mi izquierda hay un hombre de mediana edad. Tiene el pelo canoso y una incipiente calva en la coronilla, y viste una parca de color granate, pantalones de pana grises y mocasines. Observa nervioso cómo me apoyo en la parada, y mira hacia otro lado.
Me da igual, y miro hacia el cielo frente a mí.

Generalmente, a estas horas pasan aviones, cruzando el cielo con rumbo a destinos que no conoceré jamás. Hoy no lo hacen; o quizá son las nubes las que me impiden verlos.

Frente a mí, en la antena, docenas de pájaros pequeños y negros se amontonan. Debe tener unos cinco pisos de altura, y al amanecer o al anochecer, todos los pájaros despegan de ella, graznando sonoramente, hasta que, si cierro los ojos, puedo sentir que sólo me rodean pájaros, que sólo soy una partícula flotando sobre su batir de alas.

Saco la mano del bolsillo para separarme el cigarro de la boca y tirar la ceniza. A la izquierda, a un par de metros de la parada, tres gorriones dan saltitos sobre el suelo, peleándose por un trozo de algo. Uno de ellos lo coge, otro se lo arrebata de la boca, yo sonrío y levantan el vuelo. hacia los pinos.

No me interesa girar la cabeza. Sólo quiero que llegue el autobús. Sólo quiero que llegue algo.

¿Qué estaban haciendo los japoneses cuando cayó la bomba? Seguramente pillaría a más de uno lavándose los dientes, o trabajando. He oído (puede que lo haya imaginado) que una pareja besándose dejó su silueta marcada sobre la pared mientras moría.

Los que esperaban el autobús dejaron la silueta de un código de barras.

Pienso en ese avión, uno de tantos que no puedo ver. Me imagino un núcleo minúsculo y pesado, tan pesado que todos adquirimos conciencia de que existe antes de que podamos percibirlo.


Entonces el mundo entero enmudece. El resplandor lo inunda todo, bañándonos en un fulgor blanco y brillante.

Lo siguiente puedo verlo, aunque ya sé lo que ha pasado, y tengo perfecta conciencia de que ya estoy ciego. Cuando iba al colegio, un chico mayor nos decía que, si mirábamos fijamente al Sol, se nos derritirían los ojos, y se deslizarían hacia abajo, bajo nuestra piel, ardiendo como metal fundido. A todos les asustaba mucho: a mí no. Sólo pensaba en mirar, y dejar que mis globos oculares se deslizaran sobre mis mejillas como lágrimas. Supongo que eso es justo lo que me ocurre ahora.
No me fijo en los pájaros, ni en el hombre a mi izquierda, pero sé que están muertos y me da igual.

Lo siguiente que percibo son los edificios temblando. De pronto, trozos de fachada primero, y luego los ladrillos mismos, van desprendiéndose de los bloques que nos rodean, volando como hojas secas en el viento de otoño, y dejando los esqueletos renegridos de los edificios, costillas de metal y cemento oxidándose y adelgazando hasta parecer barrotes.

El cielo se ha inundado de rojo, como si alguien hubiera dejado caer sangre en una copa de vodka, gota a gota...

Exhalo un suspiro justo antes de que el aire empiece a arder, y contemplo la nube de fuego que se dirige hacia mí, fluyendo sobre sí misma, majestuosa, como una ola tomando la costa. Puede que la costa tenga nombre, y la ola no, pero durante unos segundos sólo existirá la ola, y con eso basta.

Ahora todo se va fundiendo: cimientos, asfalto, parada, acera, y nuestros huesos (los de los pájaros, los del hombre, los míos mismos) sólo son como la rebaba que deja el estaño al calentarse.

Quisiera poder girarme para ver qué silueta he dejado sobre la acera, estirado, con las manos en los bolsillos y el cigarro en los labios.

4 comentarios

Eva -

No se si el fondo negro o el blanco va más o menos con tu estilo. A este relato en concreto le pondría un fondo entre blanco y gris, como esa sensación incontrolable de mareo inminente. Me encantó.

LEOLO -

MUY BIEN EL TEXTO . PERO SI EXPIRAS EL HUMO DEL CIGARRO CON EL VAPOR. MORIRIAS...
MEJOR ESPIRARLO.

on -

Contesto con retraso:

Sí: empeoré (puedes decirlo, que no pasa nada y queda elegante). Supongo que no era sólo el fondo.

De todas formas: he vuelto.

herel -

Me ha encantado este relato. Y por un momento he tenido la impresión de que habías vuelto a escribir sobre fondo negro (tu antiguo blog), porque cambiaste sustancialmente al mudarte a Tourette.